Una pareja, mientras evoluciona y crece, sufre un proceso de cambios que puede hacerla inestable. Así como las cosas se deterioran con el uso, de igual forma le ocurre a la pareja: se desgasta, funciona pero no de una forma óptima… las palabras, las frases, las promesas y los momentos, también se desgastan.
Estamos cansados de oír que para evitar ese desgaste que se manifiesta en ansiedad, apatía, aburrimiento, depresión, fatiga e irritabilidad, cada integrante de la pareja necesita tener sus propios espacios… Momentos para estar solos, para compartir con amigos, desarrollo personal, pasatiempos individuales, facetas de la vida que no debemos apagar. Sin embargo, y aquí el tema que nos toca, ¿Hasta qué punto estamos abusando de esos espacios?, ¿Están las exigencias de la vida llevándonos a crecer de manera individual?, dentro de nuestras propias casas, ¿hay líneas imaginarias que delimitan espacios?, ¿Somos más padres que compañeros?
Si hacemos un análisis no tan profundo podemos darnos cuenta de que cada vez con más frecuencia los integrantes de una pareja hacen vidas sociales bastante independientes, almuerzos, cenas y hasta rumbas que no incluyen al otro(a) y que además son vistas con toda naturalidad bajo el concepto del espacio… Mucho cuidado con tanto espacio!!!!!!!!!!!!!!
Claro que no abogamos porque la otra persona tenga el monopolio de nuestro tiempo, pero sí de nuestro compromiso. Entendámonos bien: una cosa es querer disfrutar y compartir entre amigas y amigos y otra muy diferente es que vayamos prefiriendo eso que estar juntos y no creo equivocarme al afirmar que es tan delgada la línea que separa los dos estados, que la estamos cruzando casi sin darnos cuenta: si no te gusta la película, pues no importa, la veo con un grupo, en lugar de negociar una que nos guste a los dos….
Sé de parejas que nunca salen solas, que añoran la compañía de otros porque salir solos los obliga a revisarse, a conversar los puntos álgidos y por supuesto es más fácil contar chistes que oír verdades….
Así, mientras crecen los espacios individuales crece la distancia y los dos miembros de la pareja se van desconociendo día a día. Nos enteramos hasta de planes por los amigos antes que por la persona con la que vivimos…. y a la vuelta de la esquina está una realidad nada prometedora: abajo el abismo y muy frágil este puente.
Cuando padecemos de esta clase de agotamiento conyugal parece que actuamos en dirección equivocada, la falta de motivación anula la calidad de nuestra participación, sentimos que esos compañero (a) s cada vez nos “llenan menos” y hasta llegamos a aislarnos a tal punto que vivimos en la misma casa pero no vivimos juntos.
Tener una pareja no tiene sino un «propósito»: que ambos se sientan felices mientras estén juntos. Ese “ser felices” tiene dos partes: ser felices y ser felices juntos, hay que conciliar ambas cosas. Ser felices juntos se relaciona con proveerse mutuamente de cosas que apunten en esa dirección, y no en dirección contraria.
Este es buen momento para detenerse, observar y descubrir qué cosas hacían juntos que han dejado de hacer y cuáles conviene retomar. No se trata de recriminarse mutuamente por el tiempo perdido -porque no es cierto que sea por causa de uno solo- sino más bien de tratar de recobrar esos espacios juntos.
Muchas veces no queremos estar solos ni un minuto, no sabemos hacerlo y por eso “ nos pica” la almohada, la cama, el sofá y hasta la vida, pero tengamos presente que existe una soledad romántica, nostálgica, llena de imágenes y momentos, una soledad tan digna, que nos hace cruzar las líneas que separan nuestros espacios buscando esa atmósfera del amor compartido….y a la mañana siguiente analizar la experiencia, disfrutando, entre amigos!!!!!!!!!!!!!!….NI MUY MUY NI TAN TAN!!!!!!!!!!!! HASTA LA PRÓXIMA!!!!!!
ISABEL C. BRACHO R.