Hablando con una buena amiga sobre los retos externos a los que nos vemos sometidos en esta sociedad moderna, filosofábamos como cada vez ejercemos más presión sobre nosotros mismos con el fin de satisfacer esas exigencias: profesión, familia, trabajo, amistades, y un largo etcétera. Esta presión auto impuesta nos lleva a olvidarnos muchas veces de nuestra propia motivación y, más peligroso aún, nos lleva a una cruel autocrítica que poco a poco va minando nuestra autoestima.
¿Cuántas veces hemos escuchado una voz que nos dice “deberías estar haciendo ejercicio, pero claro, eres un flojo sin remedio” o “deberías prestarle más atención a tu desarrollo académico para poder obtener un mayor reconocimiento, así como fulano de tal”?¿Cuántas veces, a partir de esa voz y los ‘deberían’, surgen pensamientos que nos llevan en un espiral descendiente a cuestionar nuestra propia valía? No hablo aquí de conformismo o de no tener metas, sino el cómo las enfocamos o qué es lo que nos motiva ir tras ellas.
Probablemente te enfrascas en una discusión visceral con esa voz, luchando contra ella, imponiendo la acción a toda costa para lograr lo que quieres. Esto generalmente funciona por un tiempo, pero estas vocecitas tienden a ser bastante insistentes, sobre todo cuando le imponemos las cosas. Por ello, en este caso, te propongo una estrategia diferente:
- Acepta ‘la voz’. Ponle un nombre, una figura, una cara: hazla tu amiga.
- Hazle preguntas:
- ¿De dónde vienes?, ¿A quién le perteneces? Quizá venga de épocas muy tempranas de tu niñez y/o de alguna persona influyente en tu vida.
- ¿De qué me quieres proteger? ¿A qué le tienes miedo? ¿Qué me quieres mostrar? Muchas veces detrás de una fuerte voz autocrítica están ocultos los miedos más primitivos: a no ser querido, a fracasar, a no ser suficiente, etc. Tómate tu tiempo para fluir y escucha todo lo que viene sin juzgarlo.
Agradece su intención de protegerte y las cosas que te enseña a partir de esa protección. Acéptala como una parte tuya que también está buscando lo mejor para ti.
- Cambia los ‘debería’ por los ‘quiero’. ¿Qué es lo que quiero hacer/ser? ¿Para qué lo quiero? ¿Quiero honrarme a mí mismo o a alguien más? ¿Esto me aporta o me resta energía? Observa las sensaciones en tu cuerpo cuando haces estas preguntas.
- ¿Qué cualidades tengo en mí ahora mismo para lograr lo que quiero?
- ¿Qué limitaciones tengo ahora mismo para lograr lo que quiero?
Es muy importante que no juzgues las respuestas, solo obsérvalas y acéptalas. Lo que ahora percibes como una limitación, conviértela en una oportunidad; una motivación más para lograr aquello que tu corazón desea. Poco a poco el aceptar lo que eres te irá llevando a amar los valiosos tesoros que ya tienes contigo y, en conclusión, irás desarrollando tu autoestima.
Por favor, no dejes de compartir tus descubrimientos: pueden resultar muy inspiradores.