No hay que confundir empatía con simpatía. La empatía es la capacidad de ponerse en la piel del otro, entender sus alegrías, sus penas y temores sin emitir un juicio.
Os pongo como ejemplo un extracto del libro «Todo es un Don» de Miriam Adahan:
“…Acompañaba a una amiga, cuyo bebé de 8 meses era tratado por cáncer. Me sentaba con ella, y por horas escuchábamos un visitante tras otro decir:
– «No te preocupes, todo saldrá bien».
Cuando finalmente nos encontrábamos a solas me miraba con sus ojos en lágrimas y me decía:
«- ¿No saben que tanto optimismo me hiere? ¿No se dan cuenta de que no me dejan hablar acerca de lo que más pienso; de que podría no mejorar? Es como si pusiesen una mano en mi boca para callarme. Tengo que mentir y sonreír una y otra vez. El «todo saldrá bien» sólo me hace sentir peor. ¿Por qué toda esa gente no para con su optimismo y escucha un poco?…”.
Teniendo en cuenta esto, ¿somos empáticos, corteses o simpáticos? Hay que saber escuchar, aprenderemos mucho del mundo emocional propio y ajeno.