La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y saber lo que siente e incluso lo que está pensando. Las personas que han desarrollado una mayor empatía son las que mejor saben reconocer a los demás, y también son capaces de captar mayor cantidad de información sobre la otra persona, basados en su lenguaje no verbal, sus palabras e incluso su tono de voz, postura y expresión facial. Si eres una persona empática, puedes llegar a saber qué está pasando con otras personas y lo que están sintiendo.
Lo mejor de todo esto es que la empatía es algo que puede desarrollarse con la práctica consciente de algunos hábitos.
- No distraerse: hay que intentar mantener una atención regular.
- No juzgar al otro: si juzgamos a la otra persona cuando nos cuenta algo, disminuye la probabilidad de que vuelva a confiar en nosotros.
- No infravalorar: no se debe minusvalorar las emociones del otro.
- No interrumpir: hazlo si harás alguna pregunta corta o con una frase o para aclarar alguna información.
- No dar la razón en todo: eso te resta credibilidad.
- No contraargumentes: no es una competencia de quién tiene más razón, deja que la otra persona se exprese.
- No dar soluciones prematuras: a veces las personas solo necesitan que las escuchen y no la solución de sus problemas.
- No cuentes tu historia: cuando otra persona quiere sincerarse y contarnos algo, quiere ser escuchada, no que le comentemos nuestra historia.
- No te creas experto: la persona busca a un amigo, no a un especialista.
- Desconéctate: para que puedas enfocarte en escuchar al otro, deja un momento tu vida de lado.
Cuando otra persona necesita hablarnos y contarnos lo que alguna situación le hace sentir, merece toda nuestra atención. Es importante comprender que busca nuestro apoyo para no decaer, sincerarse y sentirse tranquilo. La mayoría de las veces no busca la solución al problema, simplemente busca ser escuchado y drenar sus emociones.