El postre que más me recuerda a mi mami es el quesillo. Tal vez por los infinitos intentos de no cristalizar el caramelo, o porque una vez que descubrimos el secreto, a nadie le quedaba como a ella. Aunque en otros países existen variaciones, como la crema catalana o el flan de huevo, la perfección de textura y sabor del quesillo es incomparable. Ahora que conseguí una flanera (lo mas cercano a una quesillera por aquí) puedo compartir la receta familiar… sí, la receta de Mamma Agata. ¡Espero que la disfruten tanto como yo!
Para el quesillo necesitarás:
1 lata de leche condensada
1 lata de leche evaporada
3 huevos
1 cdta. de vainilla
1 cda. de maicena
y para el caramelo:
1 taza de azúcar
¼ taza de agua
½ limón (jugo)
Preparación
En una sartén anti-adherente mezcla el agua y azúcar, deja cocinar a fuego medio sin revolver hasta que empiece a dorarse. Vigila el caramelo porque pasa de dorado a chamuscado en ¡menos de un minuto! Cuando alcance el color deseado añade el jugo de limón, revuelve y vierte en la quesillera (cubriendo no solo el fondo, sino bordes también). Deja enfriar y empieza con el quesillo. Junta todos los ingredientes en una licuadora y mezcla por 30 seg. ¡Can’t get easier than that!
Vierte la mezcla en la quesillera y ciérrala bien, en una olla más grande ponla a baño maría (debería cubrir hasta la mitad). Una vez que hierva, baja el fuego al mínimo. Déjalo cocinar por una hora y cuando esté listo, controla la tentación y espera que se enfríe un poco para emplatarlo y degustar.